"Sigo aquí escribiendo canciones", anuncia Rulo en
los primeros acordes del disco. Y qué suerte la nuestra. Porque para conmoverse
con su música no es necesario haber seguido su extensa carrera. Tampoco
comprender sus giros, ni los relatos que defiende o el estilo musical en el que
enfunda sus versos. Basta con escuchar sus canciones, pues el artista de
Reinosa se ha convertido en todo un mago de la emoción universal.
Tras más de dos décadas destilando sentimientos en una
docena de discos, ya está ha salido a la luz un excepcional cuaderno de
bitácora musical colmado de viajes en el tiempo, turbulencias emocionales y
experiencias vitales, pero sobre todo, el álbum que mejor recoge su ADN y su
envidiable capacidad para agitar el alma humana.
Para esta nueva aventura, ha viajado hasta California para
ponerse en manos de Thom Russo, el multigalardonado productor
que ha trabajado con artistas excepcionales, como el batería Randy
Cooke, Stevie Blake a las cuerdas, las delirantes
guitarras de Craig Ross, los teclados del propio Thom Russo y el
excepcional bajo de Eric Holden.
Con estos mimbres se ha forjado un trabajo de una incuestionable calidad
musical sustentado en líneas melódicas cautivadoras, intensos estribillos
y un sonido minuciosamente alineado con la personalidad y la voz aterciopelada
de Rulo. Pero, por encima de todo, el corazón del disco son diez canciones que
parecen esculpidas con una delicadeza casi artesanal.
El álbum avanza entre melodías, armonías y bases rítmicas tan orgánicas como
sugerentes. Desde la hipnótica batería de Randy Cooke en "The
End", que parece insinuar las traviesas de las vías de un tren que
agoniza, al enternecedor diálogo de piano y cuerdas en la balada "Las
señales". Desde las originales alegorías de "Mal
de altura" a los certeros juegos de palabras de "Como
la luna" o "Polaroid".
Nadie quiere abandonar un álbum con el corazón encogido. Quizá por eso, esta
aventura se cierra con "La última bala", un sereno medio
tiempo que afloja el éxtasis visceral para ofrecer una toma de tierra a ese
paseo por las nubes que nos regala el LP.
Con "Basado en hechos reales", Rulo ha
vuelto a hacerlo. Se ha emocionado para emocionarnos. Se ha inspirado para
inspirarnos. Se ha basado en sus hechos reales. Y nosotros... en los nuestros.
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