Hacía ya tiempo, años más bien, que no hacía una reseña para El Templario del Metal, pero en este caso, la ocasión lo merecía, pues después de habernos comido casi durante tres años una bonita pandemia, teníamos un concierto como dios manda por estos lares.
En este caso, la gira encabezada por los daneses Volbeat y teloneados por los británicos Skindred y los americanos Bad Wolves. Tres paradas españolas, Bilbao, Barcelona y Madrid, en la que nos centraremos, pues un servidor tuvo el privilegio de poder asistir al evento en la capital de España.Las puertas se abrieron pasadas las 18:00 (hora prevista de apertura), la enorme multitud que abarrotaba el recinto, estaba deseosa de entrar pues estaba cayendo una curiosa tormenta, que a lo largo de la tarde/noche se fue apaciguando dejando un frío bastante curioso.
Pocos éramos, unos cientos, los que estuvimos desde el primer minuto allí y es que no soy capaz de comprender por qué, si te gastas el dinero en una entrada para un concierto sólo ves al cabeza de cartel. En mi opinión, no tiene sentido ninguno, pero bueno, cada uno hace lo que estima oportuno.
Si algo caracteriza a la organización de Madness Live, promotora del concierto, es la puntualidad, cosa que no se alteró, pues a las 19:00 arrancaban con una energía arrolladora los americanos Bad Wolves, liderados por su frontman Daniel Laskiewicz (exguitarrista de The Acacia Strain) y Doc Coyle (exguitarrista de God Forbid). Comenzaban dando zapatilla con “Sacred Kiss” y “Killing me Slowly”. La verdad es que no había escuchado a este grupo antes y me pareció tremendo. Canciones que abarcan desde los registros más melódicos hasta los riffs más agresivos.
Un descubrimiento para mis oídos. Cabe destacar durante todos los conciertos, el sonido estuvo, para mi gusto, perfecto. Un aplauso enorme para los chavales del sonido, que tuvieron el audio del recinto en su justa medida. Le costó a esta banda calentar el ambiente, pues la gente comenzó muy expectante. Creo que es muy complicado pasar a una fase algo más animada con un par de canciones, pero el bueno de Daniel nos fue llevando a su terreno poco a poco y en poco menos de media hora, nos tenía dando botes, con temas como los siguientes que fueron “Lifeline”, “Never be the same” y “If tomorrow never comes”.
Nadie de los allí presentes, quería que aquello terminara pues lo estábamos pasando de muerte. Con Max Karon (guitarra rítmico), quien personalmente se lo gozó, junto con Kyle Konkiel (bajo), mientras que detrás de los platos, teníamos a un enérgico John Boecklin, que se desfasó totalmente mostrando una energía enorme. Llegados a este punto del concierto de los estadounidenses, Daniel, nos pidió que encendiéramos las linternas de los móviles, cosa a la que accedimos generando una atmósfera preciosa y arrancaron con una versión perfecta para el momento como es “Zombie”, un pequeño tributo a los irlandeses The Cranberries y a su vocalista fallecida en 2018, Dolores O’Riordan. Cerraron su directo con el no menos importante “I’Ill be there”.
15 minutos después, les tocaba el turno a los ingleses Skindred. Muchos de nosotros comentábamos, que era la banda que quizás menos pegaba con el estilo de las demás bandas participantes en el mismo, pero craso error. En un abrir y cerrar de ojos, Benji Webbe, el carismático frontman de Skindred hizo acto de presencia y desde el minuto 1, el público se entregó a su “Ragga Metal” y este la verdad es que nos lo hicieron pasar de lujo, haciéndonos cantar y tararear cada tema, y si es que algo caracteriza a los británicos es esa energía, ese feeling con la gente. En resumidas cuentas, pura magia.
Una de las cosas más llamativas es el buen rollo de Arya Goggin, el batería de la banda, que tenía junto con Benji Webbe ese magnetismo que atrapa de lleno. Temas como “Stand for Something”, “Rat Race” ó “That’s my Jam” cargaron de positivismo el recinto, que cada vez iba estando más abarrotado.
Realmente la gente se preparaba para la descarga del “Elvis Metal” de Volbeat, lo que hizo que, por ejemplo, ir al baño fuera una pequeña odisea para los que estaban en pista. Algo más cómodos estaban los espectadores de la grada, pero abajo se disfrutó el doble. Mientras se sucedían los temas, Benji Webbe se encargó de que el público fuera partícipe del concierto haciendo cantar primero a un lado, luego al otro y bromear con lo “bien que lo hacíamos”. “L.O.V.E. (Smile Please)”, “Kill the Power” y “Gimmee that Boom” fueron las siguientes en aparecer en la pizarra de los de Gales. No pasaron desapercibidos tampoco Mikey Demus a la guitarra y Dan Pugsley al bajo que dan esa consistencia necesaria a la banda. En la hora que duró el concierto, se pudo comprobar como a pesar de los años, Skindred siguen al pie del cañón como si de unos yogurines se tratase. Con “Nobody” y “Warning” cerraron un gran directo.
A continuación, les tocaba el turno a los daneses Volbeat, el gran cabeza de cartel. Pasaban 5 minutos de las 9 de la fría tarde/noche madrileña cuando comenzó a proyectarse en las pantallas, el video introductorio con el que daría pistoletazo de salida a un concierto memorable y así dar paso a “The Devil’s Bleeding Crown” con el que la banda liderada por Michael Poulsen se presentaba ante su público que abarrotó, ahora sí, el Palacio Vistalegre.
La gente ya estaba a tope y siguieron sonando “Pelvis on Fire” y “Temple of Ekur”, está última perteneciente a su último trabajo y que da nombre a la gira “Servant of the Mind”. Ese sonido del conocido “Elvis Metal” no dejó títere con cabeza pues la banda se dejó la piel y lo dio todo para un público totalmente entregado. “Lola Montez”, “Last day under the sun” y “Fallen”, quien Michael Poulsen dedicó a su padre continuaron el buen hacer del ex-Anthrax Rob Caggiano, haciendo que lo difícil pareciese fácil, esos solos que hacía con una inmensa facilidad. No menos importante fue la aportación al bajo de Kaspar Boye Larsen, quien mantuvo esa pegada constante, dando cuerpo junto a Jon Larsen detras de esa preciosa batería, aunque si bien es cierto, este último es apenas expresivo y parece que está a disgusto tocando.
Bromas aparte, la base rítmica de Volbeat es tremendamente poderosa lo que hace entender por qué hace 10 años, concretamente en el primer Sonisphere, celebrado en la cercana localidad de Getafe, fueron uno de los grupos que a las 3 y media de la tarde abrían el festival. A eso le sumamos el trabajo constante de toda la banda y nos da como resultado que 10 años después estén encabezando giras y festivales por todo el mundo. “Sand man’s tongue”, donde Poulsen contó una anécdota con sus hijos, “Wait a Minute my Girl” en los que de la nada, aparecieron un piano de cola y un saxofonista dando pie a que el tema suene exactamente igual a lo que escuchamos en el disco y “Black Rose” en la que noté la ausencia del colaborador del tema Danko Jones fueron las que prosiguieron a continuación. Entre tema y tema interactuaban con el público, lo que hizo que a los presentes tuviéramos una parte protagonista.
Luego les tocó el turno a dos de mis temas favoritos de la banda, uno detrás de otro, sin parangón. “Shotgun Blues” y “Seal the Deal”, quizás de los más enérgicos y cañeros de la noche. Sin darnos cuenta, ya estábamos llegando al final, al culmen de todo el evento. Personalmente se me hizo muy corto todo, quizás lo estaba disfrutando tanto que perdí la noción del tiempo. Con “The Devil Rages On”, “Slaytan” y “Dead But Rising” creíamos que llegábamos al final, pero no. Después de unos tres minutos de “descanso”, volvieron al escenario para cerrar de manera magistral el concierto y poner punto y final al evento por todo lo alto. Ese bis final lo terminaron con “The Sacred Stones”, “Die to Live” en el que comenzaron a llover pelotas hinchables y al cual volvieron a retornar el pianista y el saxofonista, “For Evigt” en su versión danesa, la cual me sorprendió, porque la banda tiene otra en inglés y creí que tocarían esa, pero no, la banda tiró de raíces y sorprendió con sus estribillos en danés, y “Still Counting”, dando el mejor cierre de concierto.
La verdad es que eché en falta algunos temas, como pudieron ser “Heaven nor Hell”, “Leviathan” o los clásicos” Soulsweeper” ó “Radiogirl” pero ya sería pedir demasiado. Para cerrar esta reseña, me gustaría que hiciésemos una pequeña reflexión sobre ir a ver a bandas grandes y no ver a las locales. Esas “grandes” un día fueron pequeñas y la gente las apoyó. Hagamos lo mismo. Ellas lo agradecerán y nosotros y nuestro corazón musical lo agradecerá.
Crónica y fotos: David Kalandry
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